martes, 8 de diciembre de 2009

Quiero pensar que a ti te pasará lo mismo.

Escapamos del mundo.
Nos partimos en dos. Tú y yo. Puta prisa, por Dios.
Entonces nos perdemos, huimos, nos vamos separando.
No miramos atrás, sólo queremos correr y correr.

Encuentro arena en la boca, un molesto crujir entre los dientes.
Pero no puedo beber, no puedo.
No puedo parar, no puedo.

Quiero pensar que a ti te pasará lo mismo.
Me muero. Un poco más por ti que por mí.
Y la muerte se me sube a la cara y se me come las cejas,
parte de un párpado, parte de la mejilla, parte de la barbilla.

Consigo parar.
Me ahogo, la sien me va a reventar y noto cómo me laten los ojos.

Quiero pensar que a ti te pasará lo mismo.

Algo se me clava entre las uñas.
He localizado en la carne algo parecido a tu ausencia
y he conseguido arrancar una piel del tamaño de un corazón
pero se ha empezado a descomponer, se ha deshecho en un vuelo,
se ha consumido en un suspiro y, cuando me he querido dar cuenta,
había desaparecido.

Quiero pensar que a ti te pasará lo mismo.

Escapamos del mundo.
Nos echamos de menos. Pero no nos llegamos a ver.
Nos partimos en dos.
Nos destrozamos en la distancia que media entre tu mano y mi palabra.
Tú y yo.
Corriendo a muerte hasta alcanzar el condenado barranco para el salto al vacío.
Puta prisa, por Dios.

Quiero pensar que a ti te pasará lo mismo.

12/03/2009

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