martes, 31 de mayo de 2011

EVOLUCIÓN

Un lunes 30 de junio he ganado un buen amigo.
Pero he perdido a alguien muy íntimo.
No sé si considerar que gano... o pierdo.

30/06/2011

domingo, 17 de octubre de 2010

Siempre se pierde algo.

Se me han caído un puñado de días. Trato de recogerlos pero siempre hay alguno que se pierde, se escurre entre los dedos. En realidad siempre se pierde algo. Seguro que recogemos mucho más, pero echaremos mucho de menos aquello que se perdió. Aunque, finalmente, fuera una mierda. Ya ves. ¿No valdría más la pena DISFRUTAR de lo que recogemos. Pues, no. ¿Por qué somos tan extraordinariamente complicados?

JRM:16/10/2010

martes, 13 de abril de 2010

No creo

No creo en los psicólogos,
ni creo en los fantasmas (de todo tipo).
No creo en cosas del más allá (me pilla demasiado lejos)
No creo (ni mucho menos) en los curas.
No creo en la Justicia.
Tampoco creo en Dios.
No creo siquiera en la Familia (ni como institución ejemplar ni como apoyo), utilizada siempre con ese maldito sentido peyorativo.

Realmente no estoy inventando nada nuevo.
Quiero decir, que no soy ni siquiera original.
Ya hace muchos años, Lennon escribió una canción que, poco más o menos, voceaba cosas como las que estoy diciendo.
Y llegaba al extremo final de gritar “no creo en los Beatles” para acabar sencillamente diciendo “sólo creo en MI”
Como digo, ni soy original ni pretendo serlo.
Mi creencia (no tengo escarmiento) no es tan básica ni tan egocéntrica (por decirlo de alguna manera): Yo sólo creo en la gente.
Y así me va.

Creo que por encima de todas las cosas estamos nosotros, la gente.
Y que compartir es una buena doctrina, bien entendida.
Y que disfrutarse es un extremo placer que nunca acabamos de valorar.
Y recordar, una manera de avanzar (sea como aprendizaje o como escarmiento).

Y querer al personal tiene que ser suficiente para sobrevivir un día más.

No puedo concentrarme mucho más. Los conceptos son tan inmensos que me sobrepasan. Pensar en cada momento es tirar de una cadena. Y una cosa lleva a la otra, y un instante, al siguiente.
Y no puedo pasar sólo un segundo por cada uno, necesito paladear cada flash, cada chasquido de neurona, cada olor…

Entonces soy muy pequeño. Soy un punto en cada una de las vidas que alguna vez me han tocado o me han rozado. Porque es tanto tanto tanto…

Vuelvo a tener palpitaciones. Como el que tiene que dejar la bebida, tengo que dejar de recordar.

13/04/2010

lunes, 5 de abril de 2010

La tormenta es llanto.

Esta noche, la tormenta está encima mismo.
Pasó el viento de los días, con sus buenas brisas, sus malos aires, su soplido terco y persistente... Pasó al lado, yo lo noté. Se me apoderó, golpeándome por todo el cuerpo... pero pasó.
Entonces difruté de los amigos, una bocanada de alimento a granel,
los noté al lado, los sentí (algunos lejanos) muy próximos...
Y me di un golpe en la esquina de la memoria,
se me abrió una brecha en la frente interior y se me derramaban las fotografías por encima.
Tomamos un café, la lluvia seguía asustando.
Dice "estoy aquí, no te olvides"
Y estaba ahí. No me olvidé.
Pero llegó el tiempo de salir con el paraguas al asfalto.
Llegó el tiempo de correr bajo las oscuras nubes. El recuerdo me llevaba de la mano.
Llegó el tiempo de acabar con la carrera y guarecerse y abrigarse y secarse ante el fuego.
¿Me he dejado algo?
No sé: llegué y lloré. Lloré mucho mucho, como dos árboles.
Esta noche, ya digo, la tormenta está encima mismo:
después de la carrera, del chapuzón, del calor al fuego,
de las distancias que se saltan,
después de la huída hacia uno mismo, y de la escapada de lo eléctrico,
quedé solo,
quedé solo,
quede muy solo,
y lloré.
Lloré por mí y por lo que fui.
Y por lo que habíamos sido.
Por lo que éramos y en lo que nos hemos convertido.

martes, 2 de febrero de 2010

Me hace una buena noche a mí mismo...

Hace una buena noche. O, tal vez, “me hace una buena noche a mí mismo”.
Todavía al borde del abismo con los pies colgando y todavía preparado para recuperarme de cualquier cosa que pueda pasar. Es como llevar siempre encima la medicación para lo que creo que me va a ocurrir. Qué extraño, ¿no?
Sin embargo, la vista perdida allá, en la lejanía. Me niego a no ver más allá de mis narices. No he empezado lo que quiero empezar y ya estoy pensando en lo que haré después. Qué extraño, ¿no?
Debe de ser esta incómoda sensación de inactividad. Es un no parar de no hacer.
Hace una buena noche porque pienso en muchas cosas, me amontono, me organizo y me encuentro como salida. Me veo como llegada y me acompaño en el trayecto. Ahora debería decir “¿me explico?”.
Hoy, sentado en la reunión de 4 Gags estábamos todos. Y me ha llegado un calor cercano a eso que se llamaría paz. Me ha llegado la sensación de arropamiento. Por un momento (que será eterno como todos los momentos que pasan fugaces por la nariz) he pensado “qué a gusto!!!, Qué gente!!!” Si hubiera llevado la cámara encima, habría hecho una foto.
Tengo incluso, el tierno tono de voz de mi buena GeMiTa deslizándose por mi oído, tan suave, tan frágil, tan delgado como el filo de un papel.
Crónica de la velada: fantástica gente (cómo me gusta la palabra “fantástica”, y todo lo que quiere decir y que casi nadie se detiene a valorar), renovamos propósitos, atacamos nuevas ideas, reafirmamos confianzas, y volveremos en breve para querernos y tenernos un poquito, aunque sea sólo de vez en cuando.
Gracias, Mónica, por tus buenos propósitos. Hazlo por mí, por mis también buenos propósitos.
Gracias, hermano, porque eres mi hermano, como siempre digo, hermano mucho más hermano que aquel que un día me quitó un coche, de golpe.
Hace una buena noche. O, tal vez, “me hace una buena noche a mí mismo”. O puede que solo sea que no tengo sueño y tengo ganas de escribir un poco, sin ton ni son, sin propósito o sin remedio.
2/2/2010

martes, 26 de enero de 2010

Ahí... para algo.

Estoy muy contento. Pasan cosas y uno siente que está ahí para algo. Es difícil sentir que está uno ahí. Generalmente el personal (¿"el personal"? ¿qué es esto de la vida? ¿una fábrica de bobos muñecos?)... el personal (o lo que coño sea que seamos) pasa como peces al lado de rocas: ni te tocan ni quiere que les toques. ¿Cómo sentir que está uno vivo, entonces?
Pasan cosas y lo que queda, un poso como de hierbas amargas en el fondo de la taza, te revive. Es necesario a veces pincharse en un dedo para acordarse de que existe el dolor y para volver a asustarse.
Cómo explicar qué es eso de sentirse ahí para algo?
Hay quien todavía quiere escucharte... y eso no es tan fácil, y por fin despiertas un poco y sonríes otro poco.
Hoy, en un rápido pero intenso viaje al pasado, he encontrado un cierto sentido a miles de cosas de entonces y, por descontado, a millones de cosas de ahora.

jueves, 7 de enero de 2010